Muy probablemente alguna vez habrás ido a algún bar o restaurante en el que el ruido generado por los propios comensales hablando te impedía mantener conversaciones de manera normal, llegando incluso a tener problemas para entender a tu interlocutor y obligándote a veces a tener que subir el tono de voz para hacerte oír.
Estos problemas suelen ser bastante habituales y no se limitan únicamente a recintos destinados a la hostelería, también pueden aparecer en todo tipo de recintos compuestos de superficies reflectantes -espejos, cristales, suelos y paredes pulimentadas, etc.- o con espacios abiertos en su interior -arquitectura minimalista-.
Estos recintos tienen problemas por un exceso de reverberación.